viernes, 1 de mayo de 2020

Coronavirus y Pascua




Quizá porque mi tesis doctoral versó sobre los primeros quince capítulos del libro del Éxodo recogidos, y desarrollados en nueve coplas paralitúrgicas sefardíes, en esta Pascua (que ha coincido con la judía, Pésaj) tan atípica se han dado (aún siguen) algunos episodios que me han recordado a un par de plagas, a saber, la de las tinieblas (hb. hóshej, oscuridad) y la de la muerte de los primogénitos (hb. makat bejorot). Cuando en la prensa leo que el virus no está en todas partes y, por tanto, no debemos ir con miedo, me he acordado de Ex. 10, 21, que dice: “Alza tu mano hacia el cielo para que vengan sobre Egipto tinieblas tan espesas que puedan palparse”; la oscuridad ciertamente envolvió Egipto (salvo a los judíos), pero el coronavirus no “envuelve” nuestra realidad tangible, por lo que podemos transitar con tranquilidad siguiendo las recomendaciones establecidas. Como dato curioso, dentro de la tradición judía, los midrashim dicen que “la oscuridad […] era tan gruesa como un dinar”; y el Me`am lo`ez, verdadera “enciclopedia” rabínica sefardí, afirma que “Aquel hóshej era godro cuanto un ducado”, en castiza lengua judeoespañola. Finalmente, el lema “Quédate en casa” (y así no te pasará nada) me ha traído ecos de la última plaga, cuando Dios dice en Ex. 12, 13-14: “La sangre [del cordero en las jambas y dinteles de las puertas de los Hijos de Israel] servirá de señal en las casas donde estéis; al ver Yo la sangre, pasaré de largo (hb. ufasajti, del verbo pásaj, es decir, “Dios se saltó las casas de los israelitas”, de aquí Pésaj, la Pascua judía)) (…) y la plaga exterminadora no os alcanzará”. En cualquier caso, que pase cuanto antes esta tremenda pandemia y que sepamos extraer de ella las lecciones oportunas.


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